Antes de entrar en materia, he de avisar de que los altos directivos de los bancos me parecen incompetentes, fatuos, juguetones y engolados. Se ponen salarios altísimos y se creen al nivel de ellos. Lo de incompetentes se justifica en la cantidad de bancos que han desaparecido por esta causa y en que los que quedan han necesitado ayuda gubernamental. Quizá esos dirigentes tengan capacidad para más, pero los bonus (lo de los malus fue una idea a la que se ahogó nada más nacer) y la codicia hacen que sólo miren el corto plazo. Cuando hablan dan idea de que se consideran de una especie superior y les apetece utilizar el poder que da el dinero para influir en campos ajenos al suyo, con resultados catastróficos siempre.
Acabado el preludio, pasemos a la cuestión: los bancos, las pescaderías, las industrias farmacéuticas, y todas las empresas en general se fundan con la intención de ganar dinero. Son los gobiernos los que establecen las normas por las que se han de regir para que el intercambio entre ellos y sus clientes sea justo.
El ideal es que el Estado deje actuar a la iniciativa privada y llene los espacios que esta no cubra por no ser rentables. Construyendo viviendas sociales, por ejemplo. Este gobierno miserable lo que hace es fomentar la okupación, con lo cual hunde el mercado.
En el caso de la banca, las cajas de ahorros cumplían una función social que ahora se echa de menos. A causa de la incompetencia del gobierno de Zapatero estalló la burbuja inmobiliaria, como consecuencia de la cual, y de la mala gestión de los políticos que aterrizaron en ellas, desaparecieron las cajas, y los bancos se vieron obligados a reducir personal, a cerrar sucursales, a cambiar los modos de atender a sus clientes. Los bancos a duras penas pueden pagar los altos salarios de sus dirigentes. Para conseguirlo han de inventarse comisiones.
Hay clientes que ya no interesan a los bancos, pero el gobierno obliga a tener cuenta en un banco. El gobierno debería tener un banco para atender a este sector de la población.
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