Me refiero a las banderas de España, claro, que inundaron el campo de fútbol. El hecho de ese detalle no haya sentado nada bien a los traidores, que lo son porque unos traicionan a quien les paga el sueldo y otros los apoyan, no es lo más importante del caso.
Lo que queda claro es que en la Transición se les dio un poder desorbitado a los nacionalistas del que se han servido para torturar psicológicamente a quienes caen bajo sus dominios. Esto se vio también en los tiempos de Vidal-Quadras y posteriormente con el Ciudadanos de la primera época.
Incomprensiblemente, el PP se ha achantado ante la presión nacionalista, se ha rendido sin lucha, quizá por falta de ideales que defender. El caso en el País Vasco es similar.
Del PSOE hablaré ahora, aunque apunto que el primer Ciudadanos se nutría de votantes desengañados del PSOE.
Son muchos lo que echan la culpa a Adolfo Suárez de esas cesiones escandalosas a los nacionalistas. Olvidan que su papel consistió en conseguir que España fuera una democracia y esa labor la cumplió de manera sobresaliente. Para el resto no tenía más remedio que contar con los demás partidos, porque en eso consiste la democracia.
El PSOE se consideraba algo así como la esencia de la democracia y a los de la UCD los consideraba como dictatoriales. Luego resultó que cuando más libertades hemos tenido es bajo el mando de la UCD. Los del PSOE, además, consideraban que antifranquismo, de salón, para ser sinceros, y democracia eran sinónimos. Digamos que en esos tiempos en que se delimitaba el terreno de juego y las reglas, hacían piña contra la UCD.
Digamos también que el PSOE jamás ha reconocido su parte de culpa en la guerra que dio lugar a la lugar a la dictadura. Hace poco, Ábalos reivindicaba a Largo Caballero.
Son contados los socialistas que han demostrado tener convicciones y modales democráticos. Ya que niegan esta condición a los demás, deberían comenzar por esmerarse en esta cuestión.
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