Ha dicho: «Me cuesta encajar a Díaz Ayuso en un consejo de la OTAN sobre la guerra». Lo que no puede imaginar nadie es que él fuera capaz de plantar cara a Tejero. Porque no lo fue. De donde se deduce que tampoco sabría representar el papel de Zelenski. En cambio, la idea de que Ayuso habría dado la talla en ambos casos es muy fácil de admitir, salvo que se esté enfermo de sectarismo.
Estaba Felipe González con su campaña, pagada con dinero público: OTAN, de entrada NO. Leopoldo Calvo Sotelo metió a España en la OTAN y dijo: De aquí no nos saca nadie. Llegó Felipe González al poder y gastó una enorme cantidad de dinero público en un referéndum, con campaña previa, a favor de la permanencia de España en la OTAN. Leopoldo Calvo Sotelo tenía talento.
El personal joven no lo puede saber, pero nunca hemos tenido más democracia en España que en la época de Adolfo Suárez. Ni los medios fueron tan libres jamás. Lo criticábamos porque la televisión manipulaba. No sabíamos lo que nos esperaba con Calviño.
Felipe González acabó enseguida con la independencia de los jueces, o sea, que sus convicciones democráticas brillan por su ausencia. Es un sectario de manual. Está sobrevalorado.
Si fuera como le quieren hacer creer sus aduladores, y los tiene en la derecha y en la izquierda, quizá por aquello de que a los medios les convenía llevarse bien con él, por las subvenciones, otra de las lacras de la democracia española, su ascendiente moral en el PSOE, partido que él refundó a su imagen y semejanza, la presidenta de España sería Susana Díaz. Pero no le hacen caso ni en su partido. Como él mismo reconoció es un jarrón chino. Distinto sería si su actuación como presidente hubiera sido irreprochablemente democrática.
Lo que queda claro es que a quien quiere desacreditar la izquierda es Ayuso. Eso debería ser suficiente para que el PP la nombrara presidenta del partido y candidata a la presidencia del gobierno.
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