martes, 13 de diciembre de 2022

Hablemos en serio de Echenique

 

Fijémonos en que sus jefes no salen nunca a defenderlo, de donde cabe deducir que se limitan a comprobar que hace su trabajo, que básicamente consiste en hacer el ridículo día sí y día también. Y ahora pensemos en las posibilidades que tiene de conseguir un sueldo igual en otro ámbito.

Pensemos ahora en sus jefes. Ese Pablo Iglesias que ha pedido que echen de su trabajo a locutor por utilizar una frase habitual en las retransmisiones deportivas. Cuando son equipos españoles los que juegan, no dice nada, pero esta vez ha aprovechado que se trataba de la selección de Marruecos para coger el rábano por las hojas.

Si fuera por él, echarían de sus trabajos a todos los que no le bailan el agua, y hay que ser torpe o malvado para hacerlo, es decir para bailarle el agua a ese.

Por otra parte, es significativa su simpatía por los dictadores. Mohamed, Maduro, Jamenei… ¡Ah!, que a lo mejor ha dicho algo a favor de las iraníes que se me ha escapado y estoy siendo injusto con él.

Centrémonos ahora en Irene Montero, cuya torpeza quedó más que demostrada al decir esto de Cayetana Álvarez de Toledo: «es la mejor prueba de que existen las clases sociales y que es mejor venir de una familia humilde como la mía, pero que me ha dado una buena educación, a tener un apellido bien pero que no le hayan enseñado ni educación ni respeto».

Es evidente que no entendió lo que se le había dicho, que era esto: «Si yo fuera ministra de Igualdad y mi marido -en referencia al vicepresidente Pablo Iglesias- saliera cual macho alfa a defender a su hembra de un colega de un ministerio, lo mandaría al sofá», porque en este caso habría tenido que callar.

Es difícil adivinar lo que tiene en el lugar del cerebro.

En fin, que en el infierno tendrá tiempo Echenique de meditar si ha valido la pena o no optar por esa ocupación.

Esos libros míos


 

 

No hay comentarios: