jueves, 2 de septiembre de 2021

Ayuso deja a la intemperie a Chimo Puig

 

Y a otros elementos que ven en la política una posibilidad de vivir como reyes a costa de los ciudadanos.

No hay nada más valenciano que el dígrafo ‘ch’, y es por ello que los catalanistas, como el beocio que gobierna la Comunidad Valenciana, cuyo nombre correcto es Reino de Valencia, lo odian y lo sustituyen por la equis. El catalanismo es odio y destrucción y no trae nada bueno a ninguna parte. Los catalanistas, además, son ilusos, porque pretenden sustituir la lengua española por el catalufo, y no lo conseguirán jamás ni en Cataluña. Chimo Puig es nefasto, porque nos empobrece y nos impulsa a odiar. Yo a él no le deseo ningún mal, sólo que le crezca el pelo y no necesite el peluquín.

El caso es que Ayuso, que se batió el cobre y arriesgó lo suyo para defender los negocios de los madrileños, ha renunciado a los impuestos autonómicos, con lo cual queda claro nuevamente su compromiso con los ciudadanos. Hay que hacer un inciso aquí para recordar el suicidio de un conocido hostelero madrileño agobiado por las deudas, lo cual hace pensar en los propietarios de negocios del resto de España, que viven situaciones similares o peores y a los que el gobierno del Felón dará otra puñalada. Es decir, no sabemos cuántos españoles han pensado en el suicidio y cuántos lo han llevado a cabo. Pero estas cosas a nuestros gobernantes, mientras no se sepan, les dan igual.

Es una necesidad acuciante la reducción de gastos de la Administración. Fuera chiringuitos, fuera televisiones regionales, fuera ministerios superfluos, quizá con siete u ocho sería suficiente.

Cuando la crisis que provocó el inútil de Zapatero, las empresas se vieron obligadas a adelgazar, pero mientras tanto la Administración se agigantó una barbaridad, lo contrario de lo que debía hacer. Años después, las empresas siguen adelgazando y la Administración aumentando.


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