sábado, 11 de septiembre de 2021

La diada: todos traidores

 

Esta es una fiesta o conmemoración demencial. Se celebra una derrota, pero no una derrota cualquiera, sino una inventada. Con esto debería estar dicho todo, pero no es así puesto que esta es una locura que ha contagiado a muchos.

Basta con adornarse con la seriedad asnal y esgrimir la amenaza del lloriqueo para obtener dinero fácilmente, para quedarse parte de él y dedicar el resto a sobornar a toda la gente venal que convenga.

En el principio era el verbo, pero en catalán, claro. El catalán es el origen de todas las cosas. Pero resulta que el catalán es obra de Pompeyo Fabra, que aglutinó todos los dialectos catalanes, pero puesto que léxico resultante era tan pobre tuvo que ampliarlo con palabras de otros ámbitos, siempre procurando que no tuvieran nada que ver con el español. Sus criterios fueron políticos y no lingüísticos. Otro dato más para certificar la locura.

Ha llegado a tales extremos la fiebre que el catalán, que no generó literatura digna de tal nombre hasta bien entrado el XIX, es puesto en plano de igualdad con el español, mientras que el valenciano, que dio lugar a un Siglo de Oro anterior a todos, prácticamente está desaparecido. El ‘gran valenciano’ Paquito Camps, hizo lo posible para que desapareciera.

Todo en Cataluña es locura, porque quienes atentan contra España, de forma cobarde y traicionera, cobran de España. Todo lo que dicen es mentira, todo lo que hacen delata su cobardía, y todo huele a traición.

A pesar de que todo es mentira, cobarde y traicionero, hay multitudes que les siguen y les apoyan, multitudes que han perdido el sentido del honor, de la vergüenza y de la lealtad. Y entremezclados con esas multitudes hay cardenales, Grandes de España y directores de periódico que cobran mucho y se tienen por respetables.

En Cataluña hay un gen autodestructivo.


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