A todos nos conviene que obtenga la mejor preparación posible. La Monarquía es la institución que mejor ha funcionado en la España democrática. Incluso en el caso de la supuesta corrupción de Juan Carlos I, porque él puede alardear de haber prestados grandes servicios a la nación, mientras que quienes le increpan no han hecho más que maldades y han traído la pobreza y pretenden expandirla.
Estaba diciendo que es muy bueno que se le dé la mejor educación posible, enviándola donde haga falta, porque desde que han irrumpido los comunistas en la política española, con ellos han llegado también lo nauseabundo y la insolencia. Los eurocomunistas de antaño, Carrillo y Anguita, guardaban las formas. Ninguno de los dos se presentó jamás ante el Rey del modo que Iglesias, no por el Rey, sino por respeto a sí mismos, que se lo guardaban en mayor medida que ese impresentable. Una muy desagradable, que jamás guarda las formas, y a la que se le dio un ministerio por la gracia no diré de qué, se atrevió a calificar de maleducada a Cayetana Álvarez de Toledo. Que Santa Lucía le conserve la vida.
Quiero decir que la educación y los buenos modales sirven para mucho y proporcionan ventaja a quien los tiene. Se notó en los casos de Fernando Morán, ministro de Asuntos Exteriores, un tanto patán, aunque no a la altura de los podemitas, y Francisco Fernández Ordóñez, de modales exquisitos, que sirviéndose en parte de ellos logró enderezar los entuertos de su antecesor.
Y ahora tenemos los modales de Felipe VI, que tanta confianza generan y tanta simpatía despiertan. Entre un patán y un señor el instinto de supervivencia colectivo induce a optar por el segundo. Un señor es alguien que se ha preocupado por cuidar las formas. Quien cuida las formas, respeta a los demás.
Un patán no respeta a nadie, ni a sí mismo.
Nos conviene que Leonor sea una Reina que represente a España con la misma dignidad que su padre, Felipe VI.
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