Se quejan los bildutarras del «auge de los discursos y actitudes de odio». Ah, es que quizá teman que les vayan a quitar la exclusiva. Pero ese es un temor infundado, no puede ser. Nadie puede odiar como ellos. Ya lo dijo uno de los suyos en la televisión española, lugar en el que con toda la desvergüenza del mundo se le dio la posibilidad: «quizá hicimos más daño del que teníamos derecho a hacer». Hay que ser oligofrénico, aparte de malvado, para decir eso.
Javier Rupérez, que insiste en que quien le tuvo secuestrado fue el propio Otegui, pidió, mediante carta abierta, ser entrevistado en el mismo medio, pero no consta que se le respondiera. Así va España en manos de estos.
Resulta que Bildu, aprovecho para saludar a Pascual Sala, Eugenio Gay, Elisa Pérez Vera, Pablo Pérez Tremps, Luis Ortega y Adela Asúa, ahora es compinche del PSOE, que tantas víctimas del terrorismo tiene, pero el Felón necesita su apoyo y pelillos a la mar, y los votantes socialistas tragan, incluso los más dotados intelectualmente, y aquí paz y después gloria.
Se le han ido a quejar estos de Bildu a Bolaños, que los ha escuchado circunspecto, trajeado y simulando hondura intelectual y preocupación por las causas justas.
Qué tiempos aquellos en que Arzalluz hablaba de «los chicos de la gasolina». Arzalluz no era bobo. Reconoció que pasaría a la historia como un malvado.
Bien, volvamos a los de Bildu. Cree el ladrón que todo el mundo es de su condición. Ellos, que están llenos de odio, ven odio en los demás. Pero no lo hay. Recordarles sus fechorías no es odiarlos. Decirles que el terrorismo no tiene justificación, ni razón de ser no es odiarlos. Es invitarlos a que rectifiquen y dejen la senda del mal. No lo harán, claro. No está en sus designios. Lo que pretenden, como siempre, es la impunidad. Y ahí está el PSOE para otorgársela si le conviene.
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