Formó parte del gobierno de Zapatero, que provocó tal catástrofe que tuvo que salir por pies. Es altamente improbable que volvamos a la situación que había antes de ese gobierno. Actualmente, Zapatero intenta favorecer al sátrapa Maduro por todos los medios, lo que significa que procura perjudicar a los venezolanos.
Carmen Calvo no se arrepiente de haber formado parte de ese gabinete, ni ha pedido disculpas por el daño causado, sino que sigue con ese desparpajo que en ese tiempo le llevó a decir que el dinero público no es de nadie. Eso es lo que preocupan a ella los trabajadores, nada.
Con Zapatero fuera del gobierno, la situación económica se había recuperado un poco, pero aún quedaba un trecho casi insalvable para volver a la situación, pero entonces apareció Sánchez, que es todavía peor que Zapatero, para terminarla de hundir.
También en este gobierno ha estado Calvo, que se va a quedar calva de tanto pensar, y en Cabra lamentan que el pueblo esté en boca de todos por motivos tan poco airosos.
El caso es que piensa mucho, pero en lo que piensa es en la manera de fastidiar a la derecha, no en hacer algo en beneficio de los españoles. Sonado fue el momento en que se apropió del movimiento feminista, expulsando de él a las mujeres de derechas.
El feminismo, tan limpio, sano y noble en sus inicios, resultó pervertido cuando mujeres como esta, sin nobleza alguna y con abundante doblez decidieron utilizarlo para sus causas sectarias.
Ahora esta buena mujer, que dicen que se doctoró en derecho constitucional con una tesis en la que proliferan las erratas y las faltas de ortografía, duda de la constitucionalidad del pacto PP y Vox. Atribuye además un machismo a este último partido, que no ve donde más lo hay: En el PSOE, donde todos y todas se postran ante Sánchez, y en su socio en el que hay uno que se autotitula macho alfa.
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