Este periódico llegó a tener unas ínfulas extraordinarias. Felipe González se sirvió de él para tener bajo control a los intelectuales. Los que tenían columna en este medio cobraban mucho. Los que no tenían aspiraban a tener. Criticar al gobierno socialista era cerrarse esa puerta.
Las dádivas del gobierno a los medios deberían estar prohibidas, pero no lo están.
En la actualidad, ese antaño presuntuoso medio es un panfleto. Publicar en él es una deshonra.
Han hecho una encuesta en la que han preguntado al personal si prefiere que mejoren los servicios públicos o que bajen los impuestos.
La pregunta correcta no la hizo Alberto Fabra, sino que se la respondió a sí mismo: Cerró la televisión pública valenciana y lo explicó alegando que prefería gastar ese dinero en la Sanidad. Pero llegaron los catalanistas, que ya se sabe que esos no respetan a nadie, sino que toman el pelo a todos, y la reabrieron.
Pues esa es la pregunta que debería haber hecho el periódico pro gubernamental: ¿Está usted de acuerdo con cerrar todas las televisiones regionales y dedicar el dinero ahorrado con esa medida a los servicios públicos?
Por otra parte, lo de la Sanidad Pública y de calidad no pasa de ser un cartel colgado en los balcones de gente sectaria.
El paciente pertenece a la última casta. Parece que le hagan un favor si acude a algún ambulatorio u hospital. En la Sanidad Privada sería un cliente y recibiría el trato que se les suele dar a éstos en los comercios. En la Pública parece que sea el Estado el que lo paga todo. Los sueldos de los médicos, los enfermeros, los celadores, del personal de la limpieza…
Los veterinarios también curan a los animales que les llevan. Un paciente puede sentirse como un pato en una consulta médica.
El periódico pro gubernamental intenta magnificar la gestión de un gobierno incompetente al que, afortunadamente, le queda poco.
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