miércoles, 17 de agosto de 2022

Prohibir el español en Cataluña

 

Hay catalanes y hay catalanistas y estos últimos son los que, por ahora, tienen la sartén por el mango. Digo ‘por ahora’ porque nada es eterno y puesto que no hacen más que abusar deberían tener en cuenta una advertencia que les deberían recordar los obispos de su cuerda, pero que como son infames no lo hacen, y que dice así: ¡cuidaos de la furia de los justos!

A los catalanistas, y puesto que todos sus postulados proceden del reino de la fantasía, se les conoce como catalufos, por la combinación de catalanista y ufología.

Los catalufos están mal de la cabeza. Creen que pueden erradicar el español mediante decretos, policía, amenazas y adoctrinamiento. Lo que conseguirán es que desaparezca el infame invento de Pompeyo Fabra, cuyos criterios no fueron lingüísticos, sino políticos.

Las lenguas se expanden o desaparecen por motivos que no tienen nada que ver con los deseos de las formaciones políticas. Deberían haberse dado cuenta ya los catalanistas, porque llevan decenios con el mismo intento y redoblar los esfuerzos aprovechando que hay un sinvergüenza en la presidencia del gobierno no les va a servir de nada.

O a lo mejor sí. Se multiplicarán las maldiciones. No hacer caso de esto es peligroso. Aragonés cada día es más bajito y más bobo. Cualquier día lo van a confundir con un garbanzo y lo van a echar a la olla. ¡Puaj!

Hay otro que se fue, fuga cobarde mediante, a poner los huevos en un pajar de Waterloo.

No hay ningún catalanista que no dé risa y son tan necios y tan incapaces de reconocer sus errores que están llevando a Cataluña a la ruina. Han echado a perder a varias generaciones de estudiantes haciéndoles gastar mucho tiempo y muchas energías al obligarlos a aprender cosas que no les van a servir para nada o son mentira. Esto que hacen con los jóvenes es el peor crimen de los suyos y lo pagarán caro.

No pasará mucho tiempo antes de que no puedan salir a la calle.

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