No tiene más remedio que hacerlo a la vista de la catastrófica situación del país, que va a peor y con consecuencias graves para los más vulnerables.
Ha recogido el guante Bolaños, en nombre de su jefe, y embarullando el campo desde el principio, como es habitual en todos y cada uno de los componentes de este gobierno. Ni un ápice de nobleza, de cortesía o señorío cabe esperar de ninguno de ellos.
El gobierno más mentiroso y tramposo le pide a Feijóo que no dé datos falsos. ¿Qué menosprecio a los ciudadanos es ese? ¿Se cree que no se darían cuenta si se diera el caso? Pues las mentiras de Sánchez sí las detectan.
Este Bolaños, para empezar, es ministro de Memoria Demócratica. No sólo de eso, pero me centraré en este punto porque contiene dos falsedades. La primera es que ni la memoria ni la historia pueden ser democráticas. El adjetivo que no da vida, mata, y este es el caso. Y la segunda mentira es que aunque ha habido socialistas democráticos, el partido no lo ha sido nunca, porque jamás ha consentido que la justicia. Los sindicatos y los medios de comunicación sean independientes.
El
escaso respeto de los socialistas a la justicia y a la democracia se
sustancia en la cantidad de firmas recogidas pidiendo el indulto de
un delincuente condenado por delitos graves.
Feijóo
tiene el debate ganado, puesto que viene demostrando ser un gestor
eficaz, tanto en las empresas que dirigido como en el campo de la
política.
Esto de las empresas es importante porque todas las que están actualmente bajo el dominio de Sánchez y que antes funcionaban bien han empeorado considerablemente.
Sánchez tiene un ego como dos o tres catedrales juntas, pero eso no significa que tenga talento, y de hecho no tiene. No está muy seguro de salir bien librado, porque antes del debate ya le ordena a su subordinado que diga chorradas.
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