Tengo para mí que si Cristina Almeida hubiera tenido que vivir de su trabajo como abogada habría pasado mucha hambre. La mala intención que muestra siempre no sirve para ganar juicios, para medrar en un partido como el comunista ya se ve que sí.
Le preguntan por Ayuso y en lugar de lamentar que el PP no se decidiera por ella para que fuera la primera mujer en presidir el gobierno de España, tergiversa, le atribuye a ella malas intenciones con respecto a Feijóo y la compara con Juanma Moreno, otorgándole más mérito a este.
Pero la cuestión es la siguiente: Ayuso nunca movió un dedo en contra de Casado, a pesar de que no contó con su apoyo cuando lo necesitaba, sino que le ayudó en lo posible. Fue Casado quien jugó sucio con ella, por celos, y se tuvo que defender.
Tampoco ha hecho nada contra Feijóo, a pesar de que éste la tiene un tanto de lado, y puede apostarse a que nunca intentará nada en este sentido, porque ha demostrado tener instinto político y sabe que un paso en falso puede ser el fin, como ocurrió precisamente con Casado. Jugará las cartas que tenga que jugar, si hay ocasión para ello, dentro de la ley y del orden.
A Juanma Moreno lo ha ayudado cuando ha podido hacerlo y dentro de lo que se le ha pedido que haga, sin intentar acaparar más protagonismo que el que suscita por sí misma por donde va. Ese no lo puede evitar.
Cristina Almeida, ya que lo suyo es el derecho y dice que la democracia y el feminismo, podría haber protestado por la filtración de los datos fiscales del hermano de la presidenta de Madrid.
Pero ya se ve que al ser del PP no tiene derechos como mujer para esta gente de la extrema izquierda y siendo tan valiosa es un objetivo a batir.
La izquierda se la tiene jurada a Felipe VI y a Ayuso.
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