Hoy en día el desparpajo y la caradura cotizan tan alto que parecen imprescindibles en las altas esferas de la política. Egea y Bolaños pactaron en secreto algo que en ningún modo conviene a los españoles. Los traicionaron.
El panfleto gubernamental lo dio a conocer, sumándose a la traición, con el de obligar a Feijóo a cumplir algo firmado en esas condiciones por alguien que jamás debió ocupar ese cargo.
Una ministra tan incompetente como todos sus compañeros del gobierno más incompetente de todos los tiempos ha acusado a Feijóo de mentir, cuando por mucho que mienta jamás mentirá tanto como ella.
Esta ministra que cree que somos tontos y que nos puede engañar con su sarta de estupideces, debería ser consciente de que es absolutamente necesario que los ciudadanos sepamos quién accedió a los datos fiscales del hermano de Ayuso. ¿También hablaron de eso Bolaños y Egea? En una democracia, y eso no lo sabe ella, es ministra pero no lo sabe, es fundamental que haya seguridad jurídica. No puede ser que alguien acceda a los datos fiscales de cualquier ciudadano y se los ceda a otro para perjudicarlo. Es muy fácil averiguar quién cometió el delito y si Bolaños respetara a los españoles habría actuado como debe.
Tampoco se supo nunca quien proporcionó a los medios los datos bancarios del juez Marino Barbero, cuya autoría era muy fácil de descubrir, pero quedó impune. Estas cosas pueden ocurrir en las dictaduras, pero en España debería ser imposible, pero no lo es. Y es ha habido unos cuantos demócratas en las filas del PSOE, pero el partido en sí no lo ha sido nunca y esto se ve claramente con el actual gobierno, cuyas únicas ínfulas democráticas consisten en hacer mucha publicidad, con dinero público que no es de nadie, afirmando que es demócrata, pero sus hechos, como el de querer controlar a los jueces, sin ir más lejos, lo desmienten.
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