El proceder de los dirigentes socialistas pone de manifiesto que el PSOE renovado -el PSOE histórico de Rodolfo Llopis desapareció-
por Felipe González fue concebido como una mafia. Eso no significa que todos los miembros del partido hayan participado del engaño o se hayan comportado como unos tramposos. Seguramente hay muchos que han creído en la buena fe del partido. El más ingenuo de todos fue Alonso Puerta.
Las declaraciones sobre la sentencia del caso ERE tanto de Felipe González como de Zapatero y Sánchez, serían indignantes, si no movieran a risa. La cantidad robada a los contribuyentes asciende a 680 millones de euros, que se dice pronto. Puede que al final resulten ser más del doble o del triple. Por ahora se ha probado ese dinero.
Felipe González parece tener vocación de acompañar a delincuentes a la cárcel.
Si en el partido hubo integrantes honrados -hoy en día, si los hubiera, se habrían mostrado avergonzados ante la opinión pública tras la sentencia del caso y las reacciones de los dirigentes o exdirigentes citados y se habrían dado de baja del partido- entre los votantes hubo más, como lo prueba el hecho de muchos ya no lo votan y que la inmensa mayoría de ellos quiere que Griñán vaya a la cárcel.
El carácter dictatorial del PSOE se muestra en el escaso respeto que tiene por la justicia y su afán de manipularla y controlarla.
Esperemos que este suceso sirva para que los ciudadanos comprendan que para que haya democracia es imprescindible que la justicia sea independiente y obliguen a que se tomen las medidas para que así sea.
Sánchez insiste en demostrar, como un Maduro cualquiera, que quien manda aquí es él. Y se pasa por el forro la Constitución y lo que haga falta. Es un dictador en grado de tentativa, por ahora. Querrá indultar a Griñán haciendo las trampas que sean necesarias.
Eso es hundir al PSOE, traicionar a los socialistas honrados. Y a todos los españoles.
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