No podía ser de otro modo. Se les pidió a los socialistas, cuyos líderes eran Felipe González y Alfonso Guerra, que ayudaran a construir un sistema democrático para España. Y lo que hicieron fue una estafa. No les interesaba una democracia con los jueces, los medios y los sindicatos independientes, sino que querían tenerlo todo bajo control. Y así fue. Y a lo que hicieron le llamaron democracia y casi todo el mundo se lo ha venido creyendo a lo largo de los años porque abrir los ojos y ver la realidad es peligroso.
Felipe González contó con la complicidad de dos pájaros de cuenta, Arzalluz y Pujol, y unos cuantos de la UCD, acomplejados por venir del franquismo o simplemente sinvergüenzas.
Ha saltado todo por los aires porque los ministros de Felipe González eran, por lo regular, tramposos pero con cierta competencia, al contrario que los de Sánchez, que son tramposos e incompetentes. Y aparte de que el sistema está encaminado a convertir la dictadura encubierta en real y sin tapujos está el caso ERE todavía en sus inicios. De momento se ha probado el robo de 680 millones, pero hay señales claras de que pueden ser más de 1200.
Todos los que pueden ser considerados, por unas u otras razones, moralmente culpables piden el indulto. O sea, que de democracia nada, puesto que las arbitrariedades se suceden.
Por el contrario, más de las tres cuartas partes de los votantes socialistas no quieren el indulto. Queda de manifiesto una vez más el desprecio de las elites socialistas a los ciudadanos.
La única manera de salvar al PSOE consiste en extirpar todos esos vicios con que lo dotaron Felipe González y Alfonso Guerra al refundarlo, que son los que han permitido que un sujeto como Sánchez se encarame de la manera en que lo ha hecho.
Y es la hora también de que todo el mundo abra los ojos, por peligroso que sea, y comprenda que se necesita para que haya democracia. No hay que dejar que vengan unos trileros y nos den gato por liebre.
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