No se trata de un caso aislado que se soluciona con un comunicado de condena, que suscriben todos excepto esos cuyo partido es legal porque así lo decidieron Pascual Sala, Eugenio Gay, Elisa Pérez Vera, Pablo Pérez Tremps, Luis Ortega y Adela Asúa, sino que en los lugares en los que impera el nacionalismo el acoso al disidente es el pan nuestro de cada día.
Los señores antes citados dictaminaron que Bildu es constitucional, pero la cosa venía de más lejos porque la Constitución debió dejar la puerta cerrada para este tipo de partidos políticos.
El PSOE está en todas las salsas nauseabundas, porque aunque haya
condenado la agresión es socio de Bildu, y el hecho de que los nacionalistas gocen de tantas vcntajas puede achacársele.
Felipe González, de la mano de Gregorio Peces-Barba, fue quien más influencia tuvo en la redacción de la Constitución.
Tiene momentos cumbres. Acompañó a Vera y Barrionuevo hasta la puerta de la cárcel. En la actualidad se dispone a hacer lo mismo en el caso de Griñán.
El montaje de la estafa de Andalucía se debió de hacer en su tiempo, y el hecho de que haya hecho una defensa encendida del condenado y una crítica violenta hacia los jueces que lo han juzgado puede interpretarse perfectamente. Se le ha olvidado decir que si los jueces fueran independientes, cosa que él no ha querido nunca, es posible la condena hubiera sido por unanimidad. Ha desaparecido mucho dinero.
Si Felipe González fuera demócrata no habría aceptado que el PSC y el PSE fueran partidos nacionalistas disfrazados de socialistas. Si lo hubiera hecho así en Cataluña y en el País Vasco habría normalidad democrática.
Se puede predecir que lo han dicho en el comunicado se va a quedar en el papel y que no van a llevar a cabo ninguna acción para evitar que se repitan estos sucesos.
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