Va quedando claro ya para quienes no tengan un velo en los ojos que el PSOE es un partido antidemocrático y corrupto desde que lo refundaron González y Guerra, que ahora, tras la sentencia de los ERE callan, mientras los políticos socialistas en activo hacen el ridículo. Todavía no se han dado cuenta de que su partido puede desaparecer y que eso a Sánchez le da igual.
Al PSOE nunca le ha interesado que el Poder Judicial sea independiente, de hecho su caballo de batalla ha sido desde el principio conseguir el control de este organismo, y este detalle basta para comprender que no es un partido demócrata, aunque insista en decir que lo es. Los hechos demuestran que no. Eso no significa que en este partido no haya habido auténticos demócratas que no hayan advertido el engaño.
Que el PP haya colaborado con el PSOE en este menester sólo cabe catalogarlo como estupidez. Los complejos que arrastra este partido de la derecha con su rival son propios de gente poco advertida y sin ideales firmes.
La independencia de la justicia debe ser una exigencia innegociable de todo demócrata. Lo preocupante es que ni siquiera los profesionales del derecho son conscientes de esto, porque si lo fueran sabrían reclamarlo de forma enérgica.
Felipe González se trajo a García-Pelayo a presidir el Constitucional y el pobre hombre se volvió a Venezuela a morir de pena. Se trajo a Bacigalupo, que ha aparecido en las famosas cintas y ya veremos en qué queda el asunto.
Le hizo la vida imposible a Marino Barbero y también a Mercedes Alaya.
Quien mejor puede proteger a las gentes humildes de los atropellos del poder es un juez, pero para eso necesita ser independiente y poder hacer tranquilamente su trabajo.
Si la justicia fuera independiente no se podría haber dado el caso ERE, ni muchos otros. La corrupción sería muchísimo menor. Y hay que tener en cuenta que los 680 millones, que no recuperaremos nunca, quizá sólo sean el chocolate del loro. Es posible que el dinero defraudado sea mucho más.
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