sábado, 27 de agosto de 2022

Putin y la realidad

 

El punto de partida no se puede refutar. El sátrapa ruso ordenó la invasión de Ucrania valiéndose de pretextos o subterfugios que no se sostienen, pero que, no obstante, fueron creídos ingenuamente por algunos y propagados maliciosamente por los comunistas. Putin es culpable y sus propagandistas o defensores emboscados, sea el panfleto gubernamental o los podemitas, también.

Partía de una base cierta el ruso desalmado: los europeos están adormecidos y reblandecidos disfrutando imprudentemente del bienestar conseguido con esfuerzo y sacrificio por las generaciones precedentes. En Estados Unidos la cultura woke hace estragos. En la América hispana el comunismo avanza imparable. Lo tenía todo a favor y calculó que en cuatro días se apoderaría de Ucrania, y luego…

Pero el los ucranianos optaron por resistir. Ya se temían algo así desde tiempo atrás y si pidieron entrar en la OTAN fue para alejar ese peligro. Zelenski, nada que ver con el mamarracho que preside el gobierno de España, viene dando la talla, estando en su sitio en cada momento, comportándose como un valiente y animando a la población con su ejemplo.

Tampoco calculó Putin que aunque los países civilizados no tengan ganas de pelea, ni parecen dispuestos a hacer sacrificios, lo que él ha hecho no se puede consentir, porque sería el fin de la civilización. Hay que tener en cuenta, además, que la situación de Xi Jinping también es delicada, por lo que cualquier éxito ruso serviría de acicate para que éste también quisiera el suyo.

Estamos en la misma situación que hubo que afrontar con sangre, esfuerzo, lágrimas y sudor, pero sin Churchill.

La única solución que cabe es que Rusia entregue a Putin para que sea juzgado.

El mundo civilizado no puede aceptar nada distinto de eso, porque sería un suicidio. Es preferible morir luchando que sometiéndose. Acabado Putin habrá que considerar qué hacer con sus seguidores o propagandistas.

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