Creen que pueden cambiar las cosas por decreto: ETA ya no existe, dicen. Y se quedan tan anchos. Ahora toca hablar del precio de la luz, de la cesta de la compra, etc.
Pero ocurre que hay muchas víctimas directas del terrorismo y el dolor no se olvida nunca, por mucho esfuerzo que se lleve a cabo en ese sentido. La opción elegida en este caso es no tenerlas en cuenta, con lo cual humilla a todos los españoles y no solo a ellas. El gobierno representa a todos, pero actúa sin tener esto en cuenta, como si solo se representase a sí mismo, lo que es propio de las dictaduras, porque en ellas el poder no es del pueblo sino del grupo dominante.
No estoy seguro de que alguno de los ministros o ministras se dé cuenta comprenda el despropósito de su proceder, la barbaridad que es que ponga a los ciudadanos a la altura del betún.
A la indigna actuación del gobierno hay que añadir el dolor de las víctimas del terrorismo, que si no tuvieran poco con serlo, han de soportar que el gobierno, que debería desvivirse por ellas, las pisotee y las denigre.
Pero es que aún hay un dolor más grande, y es el de las víctimas de los atentados que quedan por resolver y que al gobierno tampoco le interesa que se investiguen, porque si se hace sus amigos, los terroristas, se pueden enfadar.
El dolor sufrido de forma innecesaria e injusta no se olvida jamás. Y un buen porcentaje de ciudadanos hacemos nuestro el dolor de las víctimas. La gente infame puede reírse, pero el asunto no tiene ninguna gracia.
También se puede hablar de la gestión, como quiere Bildu. Pues esta gente es tan lerda que se puede afirmar que todo lo hará mal. O sea, que dos cosas no se van a olvidar jamás: el dolor y la ineptitud.
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