La función parlamentaria se ha convertido en un campeonato de descalificaciones, y mientras se juega a ver quién descalifica más y mejor, el gobierno regional catalán, regado de millones por el Estado, lleva a cabo una política macabra.
La prioridad de cualquier gobierno que se precie es cuidar a los más vulnerables. Ancianos, niños, gente con pocos recursos… A los niños se les adoctrina, lo cual es moralmente criminal. Un medio al que un ministro bastante bruto al que elige el presidente para que lo sustituya, bautizó de un modo tan ridículo como es él, ha dado la noticia de que en Cataluña los enfermos de la EPOC no están de suerte. Los nacionalistas tienen otras prioridades.
Le dijo Feijóo a Sánchez que no se parece a Felipe González. No tiene su piquito de oro, pero en lo fundamental no hay diferencia. En el ADN del PSOE está la instrucción de no admitir nunca ninguna responsabilidad.
Jamás reconocerán su responsabilidad en el estallido de la guerra civil -lo reconocen implícitamente al querer reescribir la historia- y no solo eso sino que además quieren vengarse por no haber ganado. Tampoco admitirán que Felipe González, aficionado a acompañar a los suyos hasta la puerta de la cárcel y quedarse fuera, no quería aliados sino cómplices en el momento de redactar la Constitución, y el hecho de que muchas actividades que deberían ser consideradas delictivas queden impunes y de que no haya modo de que la nación se pueda defender de tipos tan peligrosos como el actual presidente del gobierno, deja bastante claro por qué lo quiso así.
Y aunque el PSOE lo niegue, y además se burle de todos, es el culpable de decenas de muertes a causa del virus chino, y en este caso no principalmente por la palpable ineptitud del gobierno, sino fundamentalmente porque les importaba un pimiento que ocurriera. Había que celebrar la manifestación del 8-M. Eso era lo importante para el PSOE.
Seguramente, Feijóo no se enterará nunca de que Felipe González fue nefasto.
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