Bolaños es parte del gobierno, por tanto es más o menos igual que Puente, por citar, valdría cualquiera, pero este es el presidente elige para que lo sustituya.
Realmente, y en el campo de la dialéctica, Bolaños se parece bastante a Puente. Veamos. Le preguntan por Begoña, que ha adquirido mucho protagonismo y está de moda. No se le ocurre responder más que esto: «qué palabras tan miserables. Intentar enfangar a personas honradas del entorno del presidente. Qué miserable». Se conoce que no entendió bien la pregunta, porque su respuesta no tiene nada que ver con la consulta que se le había hecho. Si quería dejar claro que le gusta hacer la pelota perdió el tiempo, porque eso lo sabe todo el mundo desde hace tiempo.
Anteriormente le habían preguntado por Ayuso. En este caso omitiré su contestación, para no dejar constancia tan pronto -me refiero a estas alturas del artículo- su estupidez.
Precisamente, los socialistas quieren citar a Ayuso en el Congreso. Hay que convenir que el hecho de que el PSOE haya permitido que Sánchez se convierta en su Secretario General conduce al pensamiento de que es un partido autodestructivo. Que luego sus diputados se sometan a su disciplina y voten lo que les ordena, viene a constatar esa impresión.
Pero, por si no fuera bastante, ahora quieren interrogar a Ayuso en el Congreso. Eso es que están hartos y no atreviéndose a votar en contra de Sánchez para que caiga, esperan que Ayuso haga la faena por su cuenta y fulmine al PSOE. Para siempre.
Ella, al contrario que Bolaños, está dispuesta a contestar lo que le pregunten y dar explicaciones lógicas y coherentes y llamar al pan pan y al vino vino. Ella está dispuesta a ir, quiere que le den permiso para hacerlo. Pero a lo mejor Feijóo entra en pánico. Si fuera, el entusiasmo de los españoles se desbordaría. En Cataluña, en el País Vasco, en Castilla La Mancha, en todas partes, los aplausos serían unánimes, fervorosos y duraderos.
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