Todo ser humano tiene derecho a pensar que si ha venido al mundo es p0r o para algo. De hecho, si hay que no solo lo piensa, sino que está seguro de que es así es Pedro, Su Pedridad. Se tiene por un ser perfecto, y por supuesto que lo es. Entiéndaseme, no vayan a pensar que me he vuelto loco o que ya no veo bien.
Piensa que todo lo que es bueno para él necesariamente ha de ser bueno para los demás y le parece injusto que esa idea no ilumine las mentes de todos.
Begoña es del mismo estilo, más o menos. Le ha escrito a un medio conminándole a retire una noticia que ha dado sobre ella. Le ha venido a decir algo así: Oye tú, no cuentes eso porque me perjudica.
Es angelical, como su santo esposo.
Está en todos los medios, bueno, en todos los de la fachosfera, y eso no le gusta a su Pedro, que para evitarlo invoca a Franco una y otra vez. Un día se le va a aparecer, para tener unas palabritas con él, y se va a llevar un susto. Porque si alguien merece que se le aparezca Franco, es Pedro, Su Pedridad. Si alguien se esfuerza en mantener viva la memoria de Franco, es Pedro.
Ahora bien, si a Pedro le molesta que Begoña se haya hecho tan popular y que todo el mundo hable de ella no es por celos, que se los tiene todos a Ayuso. Digamos que Begoña también es perfecta, goza de la misma perfección que Pedro.
¿Y cuál es la misión de Begoña? Pues a veces ocurre que alguien presiente que está destinado a algo, pero no sabe exactamente qué hasta que el destino se cumple. Si nos fijamos un poco nos daremos cuenta de que ella va a ser quien saque a Pedro de la Moncloa. Vámonos de aquí, que no nos entienden, le dirá.
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