Según el cómputo de Alfonso Martínez Díez, ciudadano honorario de Quíos, la patria de Homero, el 25 de abril de 1183 a.C., hace 3206/7 años, murió Aquiles.
Quizá la fecha fuera lanzada por Paris y guiada por el dios Apolo hasta el talón del héroe. Era el más veloz y el más bello de los hombres, el protagonista de la guerra de Troya.
Tras su muerte, Odiseo y Áyax el Grande, se disputaron su armadura. Fue Odiseo el vencedor de la disputa y como consecuencia enloqueció Áyax.
Este es el acontecimiento más grande habido en este día 25 de abril de cualquier año. Los antiguos griegos lo sabían todo, quizá no fueran los únicos de los que se pueda decir, pero eso no viene al caso, porque estamos en Europa y los europeos somos deudores suyos.
Todo empezó con Homero, es decir toda la sabiduría de entonces se resume en él. En la Ilíada y la Odisea está contenido todo lo que concierne al ser humano, sin que apenas se eche a faltar algún detalle, como el perdón entre iguales que trajo el cristianismo siglos después.
Las obras de Homero deberían ser objeto de estudio y análisis en las escuelas, en las universidades, en cualquier lugar en que se aprecie el saber, para que el ser humano no pierda su esencia y se convierta en un juguete de los espíritus totalitarios que logran poder o de quienes consiguen tener influencia en las masas, que no quieren nada bueno para nadie, sino simplemente gozar manipulando al personal.
Explicar a Homero, hacer hincapié en el grado de sabiduría que logró, podría incitar a los estudiantes a querer saber, a tener ansia por aprender. Las hazañas de los héroes, cada uno de ellos con su especialidad, debería servir de estímulo para que los jóvenes soñaran con emularlos.
Pero nada de eso se hace, se les prepara para que se conviertan en borregos más o menos especializados en una u otra cosa.
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