lunes, 29 de abril de 2024

Victimismo y resistencia

 

No es lo mismo ser víctima que practicar el victimismo. Una víctima inocente sufre sin tener culpa y sin haber hecho nada para merecer el daño sufrido. Las hay a causa de la maldad y de la salud. Una víctima inocente no tiene más remedio que recurrir a la fortaleza mental.

En cambio, quienes recurren al victimismo dan prueba de debilidad mental. Se sienten incapaces de soportar una presión, o necesitan que les hagan caso, adquirir protagonismo. Los hay que además presumen de resistentes, que es como soplar y sorber al mismo tiempo. Son contradictorias entre sí ambas actitudes.

El victimismo, además, ejercido en el campo de la política, es una falta absoluta de respeto a las víctimas inocentes, tanto si son del terrorismo o de cualquier otro tipo de maldad, como si lo son a causa de una enfermedad que el gobierno no atiende porque gasta el dinero en otras cosas que, encima, son prescindibles.

Hay víctimas del terrorismo que fueron militantes del PSOE que estaban al día en el pago de las cuotas, y puede asegurarse que hay enfermos de ELA que votan o votaban al PSOE. Lo digo para dar idea del tamaño de la traición.

Hay que tener en cuenta que el PSOE no tuvo reparos en fundar el GAL, que fue un grupo más vil incluso que ETA, porque puso a los ciudadanos al nivel de los terroristas. Que existiera este grupo terrorista no genera ninguna incomodidad moral a los socialistas, pero es que también hay políticos de derechas que tuvieron altos cargos gubernamentales que lo comprenden y disculpan.

Este es el contexto que permite explicar que una actitud tan despreciable, sobre todo en el campo de la política, sea aceptada.

El sistema democrático requiere personas adultas, capaces de tomar decisiones independientemente después de analizar cada caso. Requerir adhesiones inquebrantables no es propio de la democracia y simular unos lloros para conseguirlas todavía menos.

Estamos tocando fondo.

Esos libros míos

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