Mientras Sánchez se aferra a sus fantasías, demostrando que su mente no carbura bien, Vozpópuli ha dado a conocer una encuesta en la que le atribuye 121 escaños a la coalición de gobierno si las elecciones se celebraran en estos tiempos. 97 para el PSOE y 24 para Podemos.
Demasiados me parecen, habida cuenta de la destroza hecha, pero es que la devastación moral llevada a cabo por los terroristas, los podemitas, los nacionalistas, los sanchistas y los sinvergüenzas varios no tienen más remedio que dejar huella.
Esperemos que cuando tras las elecciones Sánchez desparezca de la vida política -no me sorprendería que lo ingresaran en un psiquiátrico, y eso seguramente sería lo mejor para él- afloren en la izquierda esos personajes que conservan un cierto pudor, unas esperanzas de poder ser políticamente útiles a la sociedad, y sienten las bases de un nuevo PSOE, distinto del que reformó Felipe González, con el mismo nombre o con otro, en torno a principios escrupulosamente democráticos, con lo cual obliguen también al PP a mejorar radicalmente su comportamiento.
Hay que encarar siempre el futuro con optimismo. Ya se encargará la realidad de rebajar las expectativas. Es que si no se tienen las miras muy altas no hay posibilidad alguna de llegar a un puerto decente.
El margen de mejora es mucho. En la derecha hay personas muy valiosas y tienen nombre de mujer. Ahí están las esperanzas de regeneración.
Y en la izquierda los hubo, sobre todo en los primeros tiempos y algunos llegaron a puestos clave, pero ninguno a la primera fila del partido.
De modo que hay que esperar que en un plazo más o menos breve comiencen a enderezarse las cosas en España, pero el primer paso hay que darlo cuanto antes, y consiste en establecer de forma irrevocable la independencia judicial. E ir adelgazando la Administración del modo más rápido posible.
Esos libros míos
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