Es lógico que los rufianes y, en general, todos los partidos antisistema sientan aversión hacia las personas de mérito. En los tiempos actuales se ceban con empresarios capaces de dar trabajo a decenas de miles de personas.
El caso de Sanz Briz es más elevado, porque lo que hizo fue salvar vidas de los nazis. Al ser judíos los seres humanos que salvaron se entiende perfectamente que ciertos grupos, cuyo respeto por los valores humanos y democráticos es inexistente, se sientan muy incómodos con la propuesta de rendirle homenaje, y más que sentirse incómodos digamos que les repugna.
Pero, ¿qué hace el PSOE votando con esos en contra de algo que es de justicia? Hasta hasta poco venía disimulando y haciendo creer que se trata de un partido serio. Pero ya con Sánchez han caído todas las caretas. Había socialistas que incluso bajo Zapatero seguían creyendo en el partido. Indudablemente, se negaban a abrir los ojos. Pero ya con Sánchez no han tenido más remedio que abrirlos. Aun quedan otros cuyo sectarismo, seguramente interesado, es más grande que su afán de justicia.
La gesta de Sanz Briz, continuada luego por Giorgio Perlasca, ha sido ampliamente reconocida y glorificada en Hungría e Israel. ¿Por qué no en España, su país? Pues porque el PSOE no quiere. Mala señal sería que ERC o Podemos, por citar dos de los partidos a los que les pagan los españoles por perjudicar a los españoles, sí que estuvieran de acuerdo. Porque con quienes suelen esos de acuerdo es con asesinos como Companys, Stalin, Maduro, etcétera.
A Sanz Briz nadie le puede quitar los méritos contraídos, y sólo los miserables pueden negarse a reconocérselos, algo que él no necesita, lógicamente, por lo que es una estupidez proclamar ante el mundo esa condición de quienes se los niegan.
El porvenir del PSOE se presenta dramático.
Esos libros míos
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