He visto una pizarra en las redes sociales en la que un restaurante anuncia un plato de este modo. Es decir, si el cocinero ese trata con tan poco respeto a la materia prima con la que trabaja al nombrarla, ¿qué guarradas no les hará a las alcachofas en la cocina? Yo no me atrevería a comérmelas.
Nótese que jamón está bien escrito. Las manías de los nacionalistas se circunscriben a ciertas letras. Así, Txapote. ¡Que te vote Chapote! Y la novia de Chapote. Estará contento Sánchez de tener votantes tan famosos.
Los valencianos, antaño conocidos como los ches, también se han dejado estafar por el timo del tocomocho. ¿O habrá que decir tokomotxo? Cuando uno se distrae y no presta la atención debida es fácil que le den gato por liebre. Proliferan por las tierras valencianas las equis y las combinaciones te equis, en perjuicio del dígrafo ‘ch’ que tan arraigado parecía por estos lares. Me temo que pronto veremos también la ka sustituyendo a otras letras más acordes para las palabras afectadas.
Hasta los falleros, cuyo espíritu está tan alejado del catalanismo, se han dejado infectar por él. Ellos sabrán lo que hacen. Abrazar el catalanismo es como tomar una dosis de veneno cada día, e ir perdiendo la razón, la capacidad de discernir y la capacidad de aceptar algo ajeno a la estupidez catalanista.
Ahora bien, si tenemos en cuenta que una alta carga del gobierno (nos sale muy cara, aparte de que tiene mucha cara) ha dicho que las raíces cuadradas no sirven para nada se entiende que los disparates estén de moda y que en lugar de Chus diga Txus (hay que ser memo), se prefiera Ximo a Chimo (qué mal gusto), Xaro a Charo (ídem), Txapote a Chapote (enhorabuena, Sánchez; con lo que le gusta que le llamen señor presidente, y éste, no contento con ello, lo va a votar).
Las alcachofas con jamón me las haré yo o alguien que respete y trate con mimo los alimentos.
Esos libros míos
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