Baldoví es un quintacolumnista del catalanismo, ese nefasto movimiento llamado a desaparecer más pronto que tarde, debido a que en donde se instala rompe familias, amistades, hunde negocios y crea malestar.
Insiste en introducir el engendro de Pompeyo Fabra en Valencia. Lo catalogo de este modo porque su motivación no lingüística, sino política y ya se va viendo como lo intentar imponer por la fuerza, o mediante coacciones morales. El catalanismo es ajeno a la democracia, no respeta la libertad ajena.
Lo que le hicieron a Rita Barberá los afines a Baldoví, no estoy seguro de que él estuviera en los criminales acosos, pero tampoco me sorprendería, debería estar castigado penalmente. Hordas salvajes berreando frente a la casa de Rita Barberá. Al menos, debieron ser excluidos de la política quienes promovieron eso. Ni una disculpa se han dignado a presentar.
Y ahora lanza insidias contra el candidato de Vox, cuando está totalmente limpio penalmente y no contento lo acusa de haber pertenecido a Fuerza Nueva, que ya hace mucho tiempo que desapareció. Mucho peor es ser catalanista o comunista. Ninguna de las propuestas de Baldoví ha funcionado jamás en ningún sitio.
Ataca a Ayuso, sirviéndose de mentiras y pasando por alto que sus medidas sí que llevan la prosperidad y el bienestar a los madrileños.
No le importa a este tipo que nada de lo que dice se pueda sostener, porque habla para un público que no debe de diferir mucho del que tuvo un comportamiento repugnante con Rita Barberá que a lo mejor no es la mejor alcaldesa que ha tenido Valencia nunca, pero sí la que más la ha amado.
También mostró Baldoví su carácter grosero en la moción de censura con Tamames y fiel a su estilo vertió mentiras sobre los dirigentes de Vox. Su alusión a lo de Gibraltar no tiene un pase.
Votar a este, o a cualquiera de su partido, es traicionar a Valencia.
Esos libros míos
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