Por de pronto, ha servido para demostrar para qué debería servir el Parlamento y cuál debería ser el nivel intelectual de los parlamentarios. Ninguno de los oponentes de Tamames ha estado a la altura.
Se ha comprobado que Cuca Gamarra no debería ser la portavoz del PP, sino que debería haber dejado el cargo, o ser relevada, cuando Casado fracaso en su traición, que apoyó ella. También se ha visto que Feijóo no era la mejor opción para la presidencia del partido. Eso de que los diputados del PP, como si fueran capaces de hacer algo mejor, no aplaudan una intervención modélica de Tamames, aunque no sea necesario estar de acuerdo en todo…
De Sánchez se ha visto, una vez más, y van…, que no está en sus cabales. Se vistió de un modo muy llamativo. Necesita que lo vean, lo cual es un error gordo, porque no se vislumbra en él ninguna actividad cerebral. Debería intentar pasar desapercibido. Fue incapaz de reaccionar, y a lo mejor ni siquiera se dio cuenta, de que el discurso que le habían escrito no servía como respuesta a la intervención de Tamames. Era para reírse de él en su cara. Luego perdió los estribos y buscó con desesperación que ‘el apuntador’ le ayudara por WhatsApp. Mientras tanto, Nadia o, más bien, Nadie, en lugar de sentir pena, lo miraba con admiración.
Que luego subiera a la tribuna de oradores una colección de patanes y desvergonzados que, sin recato alguno, dejaran ver sus carencias de todo tipo, morales, culturales, gramaticales, más evidentes al poderlos comparar con quien sí que sabe también cabe considerarlo
como beneficio de la moción.
Y que se haya señalado, con voz alta y clara, a Largo Caballero ha sido de mucha utilidad para los españoles. Ese marco mental que intenta imponer el sanchismo, continuando la labor iniciada por el zapaterismo. ya ha quedado desmontado.
Habrá un antes y un después de esta moción de censura, que seguramente repercutirá en las elecciones.
Tamames ha triunfado. Quizá Vox también.
Esos libros míos
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