Lo he puesto a él en primer lugar porque es el que manda de los dos. A estas alturas no puede ser un secreto para nadie la jugada de Sánchez, consistente en sustituir a Podemos por el partido que pretende formar Yolanda Díaz. El motivo es simple, ella se somete y las podemitas siempre le tuercen el pulso.
A Yolanda le gusta la jugada y muchos ya dan por hecho que va a ser así. Olvidan la naturaleza de los intervinientes. A los únicos que no ha traicionado Sánchez es a los que no ha podido. A Podemos, pongamos por caso, no ha podido traicionarlo hasta el momento, aunque lo está intentando con esta jugada.
Yolanda Díaz es comunista y de las totalitarias además, nada de comunismo light, como estuvo de moda en los primeros tiempos de la democracia. No es nada fiable, hoy parece del lado de Sánchez, riéndole todas las gracias (en realidad son vilezas, por eso se ríe tan a gusto), y mañana puede estar dándole una puñalada trapera.
Queda la otra parte de la ecuación, la de los podemitas, a los que se pretende hacer desaparecer. Es posible que los datos que maneja Sánchez den la idea de que esa posibilidad está cerca de darse. Pero mientras llega ese momento, Podemos tiene cartas que jugar, como demuestra el hecho de que hasta el momento le ha ganado todos los pulsos a Sánchez.
Iglesias no es menos rencoroso que el presidente. Ni menos dado al juego sucio. Que Yolanda le vuelva la espalda lo considera poco más o menos como un ataque de cuernos. Los insultos y las amenazas ya están en el ambiente. Los podemitas ya cuentan con que van a salir del gobierno, pero piensan que el PSOE también. Si Yolanda no vuelve al redil, ya no la admitirán jamás entre los suyos. Ella ha de calcular que si Sánchez pierde el gobierno ya no podrá ofrecerle nada.
Podemos calcula que aunque no esté en el gobierno, algunos de los suyos podrán seguir viviendo del cuento.
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