martes, 1 de agosto de 2023

Defender a Vinicius y votar a Vox

 

No siempre fue igual. En el Valencia CF jugaba un negro, Waldo y en el Levante UD su hermano, Wanderley. Creo que tras retirarse del fútbol los dos se quedaron a vivir en Valencia. En aquellos tiempos había caballerosidad en el fútbol y fuera.

No seguiré hablando de fútbol. Solo añadiré que en la actualidad todo es diferente. Entonces había gente limpia en la izquierda. Personas que pensaban que la izquierda podía aportar soluciones para los distintos problemas que se presentan en la vida.

Hoy en día, a la gente limpia de izquierdas le han colgado el sambenito de facha. Toda la izquierda es ya extrema izquierda. Jugar limpio está prohibido. Hay que catalogar al adversario como enemigo. Hay que anularlo socialmente, desacreditarlo, desmoralizarlo, asustarlo.

Establecer marcos mentales es hacer trampas. Si el debate de las ideas se hace con un marco mental previo es como jugar un partido con el terreno de juego inclinado.

Señalar a Vox como un partido racista y de extrema derecha es establecer un marco mental.

Recurriré a Félix Ovejero, que niega que Vox sea de extrema derecha: «Vox a lo que más se parecería es a la vieja democracia cristiana. En ningún momento ha intentado saltarse o violentar la ley y nunca ha recurrido a nada parecido a lo que clásicamente recurre la extrema derecha. Vox no tiene las manos manchadas de sangre y entre sus filas cuenta con individuos que sí han sido perseguidos por terroristas.».

Vox puede gustar más o menos, pero no se deben hacer trampas con nadie, ni con este partido, ni con Bildu, ni con el PNV, ni con ERC, ni con ninguno. Hay que decir la verdad de lo que son y poder demostrar lo que se dice. Insinuar que si alguien se muestra en contra del racismo y luego vota a Vox no es sincero es propio de gente malvada o de gente que cobra por decir mentiras.

Esos libros míos


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