Desconozco los entresijos de Vox. Como ciudadano que ha de votar cada vez que sea convocado de forma legal, me informo de lo que necesito para hacerlo con conocimiento de causa. Y puesto que ya lo he dicho varias veces, no me importa repetirlo: creo que Ayuso es la única de toda la clase política actual que piensa más en los ciudadanos que en su propia carrera política.
Hablaré de los errores de Vox, un partido, por otra parte, muy castigado por la prensa de derechas y de izquierdas y de forma injusta, ya que jamás ha manifestado la intención de incumplir ninguna ley. No se le puede equiparar, como hace el malvado García-Page, con los partidos antisistema que apoyan al Felón.
Vox se equivocó al fichar a Olona. Un partido político nunca debería fichar a nadie, aunque algunos lo hayan hecho. Los resultados siempre son malos. Una vez dentro del partido, ni ella supo darse cuenta de dónde estaba y cuál era su papel -y ahora no sabe vivir sin aquella popularidad que alcanzó-, ni el partido supo manejarla y explicárselo. Se intentó solucionar el problema mediante un golpe bajo, mandándola a Andalucía. En este caso se vio que Vox no sabe resolver problemas, ni conoce tampoco los motivos de su éxito, los peligros que le acechan o las posibilidades que tiene de prosperar y por qué motivo.
Ahora, con la salida de Iván Espinosa de los Monteros de la dirección, una de las mejores cabezas del partido, si no la mejor, ha recibido un golpe que puede ser mortal. Tampoco el partido ha sabido manejar esta situación con prudencia y resolverla de forma satisfactoria. En este caso ha sido peor, porque no se trata de un fichaje que disfrutaba con un protagonismo inesperado, sino que es un señor discreto y educado.
El hecho de que el partido no haya podido llegar a un acuerdo con él es muy preocupante. La dirección de Vox debería darse cuenta.
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