Los fabricantes de bulos han estado siempre y la verdad siempre ha importado. La noticia es que hoy la mentira ya no se disimula en muchos medios, lo cual facilita las cosas.
Quien los conoció a todos me dijo que los tres mejores directores de periódicos de España eran Emilio Romero, Luis María Anson y Pedro J. Ramírez y que a ninguno de los tres le importaba la verdad.
Por mi parte, conocí a un periodista que trabajó en todos los periódicos de más tirada de España que se inventaba hasta las entrevistas con los personajes más famosos del mundo. Claro que era muy hábil, nadie hubiera sospechado que los reportajes y entrevistas eran inventados. También los hacía de verdad, pero si surgía algún obstáculo, sabía como sortearlo.
Los que piden verificadores para impedir los bulos, lo que pretenden es que se censure a la parte contraria.
Encontrar la verdad es más fácil que nunca. Pero no la verdad de ese pájaro de cuenta llamado Felipe González: «en democracia, la verdad es lo que los ciudadanos creen que es verdad». Ni respeta la verdad, ni respeta la democracia. La verdad es que se dio cuenta de que las armas legales que tenía el Estado no eran suficientes para combatir a Eta y en lugar de pactar con la Oposición la incorporación de la cadena perpetua al entramado legal, puso a los españoles al mismo nivel que los terroristas, al fundar el Gal.
Quien quiere saber la verdad la descubre leyendo a los periodistas que mienten. Todo consiste en saber en qué medio trabaja cada uno y cuales son las servidumbres de ese medio, qué cosas permite decir y qué cosas no, y conocer la querencia del propio periodista.
La verdad acude a la cita con la busca y se esconde de quienes no tener relaciones con ella.
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