jueves, 24 de agosto de 2023

Zaplana, satisfecho con su traición

 

Aznar pagó muy caro el apoyo de Pujol, pero no lo hizo con sus bienes, sino con los de los españoles. En primer lugar, destituyó a Vidal-Quadras, que es uno de los pocos políticos inteligentes que ha tenido el PP. Con razón le tenía miedo el Muy Honorable. Desde entonces, el PP no ha levantado cabeza en Cataluña, y eso que ha perdido toda España.

Al mismo tiempo, ordenó a Zaplana que traicionara a los valencianos. Y éste inventó un artefacto diabólico. La maldita AVL, Academia Valenciana de la Lengua. Ordenó a los nefastos González Pons, Camps y Calomarde que la llevaran a cabo. El primero de ellos es posible que se lo tomara como una travesura de las que tanto le gustan. Quizá se riera mucho por dentro mientras iba dando pasos en este sentido. Camps se tuvo que autoengañar. Como no concibe que pueda hacer algo mal, se convencería de que era una cosa santa, y tan lejos llevaría su autoconvencimiento que incrustó luego a la maldita AVL en un nuevo Estatuto que nadie. Y ahí está, perjudicando gravemente a los valencianos.

Para Calomarde, tan ambicioso siempre, fue un camino para creerse alguien.

La maldita AVL, de la que el infame Zaplana, que disfrutaba haciéndole la pelota a Aznar, es el caballo de Troya del catalanismo en el Reino de Valencia, oficialmente Comunidad Valenciana. Los catalanistas le dan otro nombre.

Vicente Blasco Ibáñez se refirió a la lepra catalanista. No se le hizo bastante caso. Es autodestructiva. Donde más daño hace es en Cataluña. Vidal-Quadras es el que sabía poner los necesarios diques. Aún no le ha pedido Feijóo que vuelva al partido.

En el Reino de Valencia, los catalanistas utilizan otro nombre, la lepra catalanista se ha extendido mucho. Y todo lo que toca lo pudre. Quizá sea imposible erradicarla. Ojalá hubiera en el PP de Valencia alguien como Vidal-Quadras o Ayuso. Pero ni de lejos.

Esos libros míos

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