El PSOE consiguió alejar al bloque de derechas de la mayoría absoluta azuzando el miedo a Vox, en lo que también colaboró estúpidamente el propio Feijóo.
Que la situación es complicada se percibe en la desesperación de Sánchez, que está utilizando a todos sus subordinados para que encuentren el modo de que pueda conseguir su sueño, porque sin la presidencia no es nada, ni nadie.
Puigdemont ha dicho que lo va a hacer mear sangre, con lo cual los votantes de Page se han puesto nerviosos y éste ha hablado del filo de la navaja. El presidente manchego preferiría que cayera Sánchez, pero que sea otro quien le dé el empujón. Y si Puigdemont está en ese plan, Otegui está en el suyo, y el del tractor también.
Y si todo eso es un Frankenstein pavoroso, lo de Zapatero es todavía más temible. El asesinato de Villavicencio ha puesto sobre el tapete la amenaza del narcopopulismo, que tiene agarrado a Sánchez, a través de sus terminales en España, por donde más le duele.
Habría sido catastrófico para las aspiraciones de Zapatero que gobernara Feijóo. Ese es el peligro que nadie vio en su momento y se va entendiendo que Sánchez no condenara el atentado y es que sin los narcopopulistas no puede ser presidente.
Hay que recordar como era Venezuela hace diez, veinte y treinta años y ver cómo es ahora. El declive constante y acelerado que viene sufriendo.
Pero no solo Venezuela, sino cualquier otro país en el que el narcopopulismo tome el mando. Eso le espera a Colombia, y le espera a cualquier otro país.
A España el gobierno de Sánchez, el más incompetente de todos los tiempos, ya la ha dejado a punto para la bancarrota. Y Calviño, haciéndose la tonta. A lo mejor lo es y consigue el cargo que pretende por eso.
En esta hora tan difícil hay que agruparse alrededor del Rey y prestarle todo el apoyo que necesite, que no será poco.
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