sábado, 9 de septiembre de 2023

Almunia mete la pata

 

Siendo socialista, lo normal es que la meta. Sánchez ha conseguido que todos se desnuden moralmente y demuestren lo que son. Los socialistas bienintencionados que hubo en otro momento ya no están.

Hay que recordar que Anguita, cuya inteligencia no era prodigiosa y que al margen de su ceguera con el comunismo, digámoslo así, podía dar lecciones de honradez a muchos, fue lúcido en este aspecto. Dijo: hay que votar siempre al más honrado, aunque sea de derechas. Dejando aparte la estupidez ‘aunque sea de derechas’, el voto sectario no era de su gusto. Programa, programa, repetía.

En el PSOE sí que se da el voto sectario, porque todos han venido votando a Sánchez, a pesar de su incompetencia, de su mala educación, de su infantilismo, etc. Saben que es nefasto y lo votan. Quisieran poderlo quitar, pero lo votan.

Hay una tendencia, que se impone, a dar por buena la verdad oficial, seguramente porque quienes la dan por buena han contribuido a que sea así, para cobrar a fin de mes, aunque los hechos demuestren lo contrario.

En el PSOE se da el voto sectario porque su lema, no expresado nunca, pero que todos los que forman parte del aparato lo asumen, es ¡Todo por la Pasta! Fue refundado por Felipe González como una hermandad de delincuentes en la que se reservó el papel de Monipodio. Quiso tener todo bajo control, en aquellos tiempos en que todo el mundo quería sentirse libre, no como en la actualidad, en los esclavos vocacionales abundan.

Cuando el PSOE vio que la ley era insuficiente para combatir a ETA, en lugar de cambiar la ley fundó el GAL.

Un digno representante de este PSOE es el ínclito Almunia. Ha dicho: No hay condiciones para una amnistía.

O sea, no que la Constitución, ni la lealtad a los españoles, no lo permiten. Sino que no hay condiciones. Apaga y vámonos.

Hay que refundar el PSOE, con gente nueva y honrada. Como aquellos soñadores que creían que el PSOE era como lo soñaban.

Esos libros míos

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