No es que Sánchez esté desnudando y retratando a los socialistas, es que ellos se dejan desnudar y retratar (algunos se han dado cuenta y se han bajado del estrado en el que están expuestos).
Desde el principio, con sus modales, con su mala educación, con su chulería, con sus desprecios (a todos, también a quienes le votan), con su nulo respeto a las leyes, a la lógica, a la ética y a la moral, y lo siguen votando.
Con el esperpento que ha montado en el Parlamento se ha hecho merecedor a que los socialistas que tengan vergüenza rompan el carnet en su cara y se vayan.
Supongo que a Irene Montero, la que dijo que Cayetana no tiene educación, estará conforme con lo que ha hecho Sánchez, y hasta se habrá reído.
Al grano, han quedado claras algunas cosas. La primera de ellas es que el Rey no puede firmar la amnistía ni nada que se le parezca, porque cuestiona su papel en la intentona separatista. Se ha hecho evidente también que en tal tesitura Felipe VI contaría con el apoyo de los votantes del PP y de Vox, y presumiblemente de muchos socialistas.
Igualmente, se ha puesto de manifiesto, una vez más, que Sánchez es muy cobarde, blando con las espuelas, duro con las espigas. No se atreverá a enfrentarse al Rey sabiendo que si lo hiciera correría riesgos muy grandes.
La amnistía no cabe en la Constitución, como han explicado con argumentos contundentes todos los juristas honrados, e intentar imponerla por las bravas puede ser considerado delito grave.
Muchos de los que conocen a Pumpido dudan de que se atreva a perpetrar semejante disparate.
Lo que también ha demostrado Sánchez es que es un mal perdedor. Sabe que la jugada no le puede salir bien, no habrá más remedio que convocar nuevas elecciones, salvo que todos sus socios se conformen con lo que les puede dar.
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