Atribuyen inteligencia a Pedro Sánchez cuando no tiene nada, ni pizca. Es un hombre dominado por las pasiones más bajas, el odio, el capricho, la ambición enfermiza…
No es capaz de calcular nada, ni de evaluar los riesgos, ni las consecuencias de lo que hace. Tiene tan alto concepto de sí mismo, y está tan pagado de su inteligencia, que él cree que tiene, que cuando quiere algo, lo quiere ya.
Se abrazó a Podemos, teniendo a mano al PP, porque es incapaz de controlar su odio. Con eso emprendió el camino del fracaso, porque aunque años después siga siendo el presidente, va provocando una catástrofe tras otra. Ya hay gente en su partido, que aunque lo vota, piensa de él que es el peor presidente. Cuando deje la presidencia tendrá que oír cosas. La falta de educación que muestra en todo momento y lugar deja claro que es obtuso, totalmente obtuso.
Hace las cosas, atrocidades habría que decir, el personal se las soporta, hasta que llega una que no le soportan, y las pasa moradas. Pero vuelve la burra al trigo, que es lo suyo, regirse por el capricho del momento, y expulsó a Leguina, y el PSOE lo soportó. Los afiliados no llegaron a comprender que esa expulsión, por el modo en que se produjo y los motivos por los que se produjo, fue una puñalada al partido.
El caso es que le salió bien la jugada, porque los militantes están castrados y ha repetido con Redondo. A éste lo ha echado porque tiene miedo de que se le rebele alguien, para que sepan lo que pasará si lo hace alguien.
Tampoco se ha dado cuenta de que ha sentado un precedente. Si ha expulsado a Redondo, debe hacer lo mismo con todos los que han hecho lo mismo. Y ahí tiene a Alfonso Guerra y Felipe González esperando ser expulsados. Pero hay más. No he dicho anteriormente que es cobarde.
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