Para impedir la entrada de STC en Telefónica, pero aquí lo fundamental es que las palabras Yoly, o Yolanda, y trabajo, son incompatibles.
Hipotéticamente, o nominalmente, es la ministra de Trabajo, pero en realidad es la del Paro, porque lo fomenta de todas las maneras que puede.
Por otro lado, ella no va impedir nada y ni siquiera lo va a intentar, se limita a decir cualquier cosa para que los medios hablen de ella. Aquí finaliza su ‘trabajo’.
Hay consenso unánime sobre su absoluta falta de talento -demostrada por enésima vez con su frase: «no frivolicemos con el comunismo, que es democracia y libertad»- y sobre su permanente disposición a traicionar. Seguramente ha traicionado al menos una vez a todas las personas con las que ha tratado, y eso se le escapó a Iglesias, otro ‘listo’. Lo que descubrió Sánchez en ella fue su ‘disponibilidad’. Mientras que los de Podemos le procuraban un problema tras otro -no dejarle tomar medidas contra el virus chino, con el resultado de decenas de miles de muertos, soltar violadores y pederastas...-, ella siempre procuraba complacerlo y hacer lo que le ordenaba, así que le mandó que traicionara a quien la había colocado, y dicho y hecho.
Y ahora ha ido a hundir el prestigio de España -el que le pudiera quedar- entrevistándose con un peligroso delincuente que exige que se cometan varios delitos como condición previa para apoyar a Sánchez. Y dice que ha ido en nombre propio y de su partido y no del gobierno del que es vicepresidenta, otra demostración de que el talento no forma parte de su ser. Y ese viaje tan perjudicial para los españoles seguramente ha sido costeado por los españoles.
Ojalá que la denuncia que le han puesto prospere. Si la justicia fuera independiente, como debe ser en una democracia, seguramente esa denuncia llevaría a todo el gobierno a la cárcel, porque todos son cómplices.
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