La Corona representa a todos los españoles sin distinción de ninguna clase, tanto si están de acuerdo con la Monarquía como si no, tanto si son fieles a ella, como si la traicionan. Porque una cosa es no estar de acuerdo con la Institución y otra jugar sucio contra ella. Dentro de la ley se puede hacer todo, fuera es delito.
Pues la primera obligación de la Corona, como se puede entender fácilmente, es resistir, defenderse de los ataques que se le puedan hacer de forma ilegal. Se tiene que defender, porque si se hunde la Corona, España con ella. Por tanto, el Rey no debe firmar nada que suponga una agresión a lo que representa, que es a todos los españoles.
Al final, va a resultar que el acierto más grande de la Constitución es el papel que le otorga al Rey en el entramado legal.
Se percibe claramente al tener en cuenta los ataques que recibe por parte de personas desalmadas, de golfos que quieren la ruina de España, de aventureros sin escrúpulos que ven en Su Majestad un escollo para la consecución de sus caprichos, que además son personales, o sea que solo benefician a uno.
Es bueno saber que el Rey tiene suficiente respaldo para contener la ofensiva burda de la que puede ser objeto. Y todos los españoles honrados, monárquicos o no, deben apoyarlo en estas horas difíciles, en los que la nación puede dejar de ser un lugar civilizado.
También produce tranquilidad saber que la Constitución permite muchas cosas, casi todo, sin salirse de la ley, pero entre las que no permite está la amnistía, y eso los juristas que tienen los pies en el suelo lo saben, y también que hay delitos que son duramente castigados, de modo que cualquier demócrata, o sea cualquier persona cumplidora de la ley puede esperar acontecimientos con relativa facilidad, pero también ha de saber que las libertades se defienden. Los totalitarios están ahí.
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