lunes, 25 de septiembre de 2023

El odio de Ribò a Valencia

 

El catalanismo se nutre del odio, y conviene tener el cuenta que este sentimiento nefasto comienza en el autoodio, para desplazarse luego hacia otro objetivo.

Las ciudades de España más inseguras son aquellas en las que gobiernan los catalanistas, los perroflautas o los bildutarras. Los votantes barceloneses han demostrado que son autodestructivos, puesto que vienen votando a Colau una y otra vez, mientras que los de Valencia han despachado, por fin, a ese Ribò que de forma implacable iba destrozando todo lo que podía.

De momento, ya se le ha quitado el palito infame a la ‘e’ de Valencia, el palito catalanista, que tan feo resultaba, se les están quitando subvenciones a los integrantes de la lepra catalanista. Habría que quitárselas todas, porque si no es así no habrá modo de prosperar. El catalanismo progresa hacia la ruina.

Ha atacado la alcaldesa de Valencia el fenómeno okupa. Hablan los medios de erradicar la okupación ilegal, pero es que toda okupación debería tener la consideración de ilegal.

Se conoce que en las dos ciudades españolas en las que más okupación había eran la Barcelona de Colau y la Valencia de Ribò. Pero como éste ya no está, es posible que desaparezca. En su gestión hubo dos constantes: perjudicar a Valencia y denigrar a Rita Barberá. El peor alcalde de Valencia de todos los tiempos criticando a la alcaldesa que más amó a la ciudad que él tanto odia.

Otra ruindad de Ribò fue la de que querer borrar la importancia que tuvo María Consuelo Reyna en la conversión del antiguo cauce del Turia en jardín y en la defensa del Saler.

A los catalanistas les gusta tergiversar, reescribir e inventar la historia. La verdad les sienta muy mal. Tenemos el caballo de Troya de la lepra catalanista, que es la AVL, incrustado.

Mazón no debería dejarse amedrentar por ellos. La RACV y Lo Rat Penat son más que centenarios. La AVL puede ser ente normativo, pero el gobierno valenciano debe regirse, en materia lingüística por la RACV. Dejarse infectar por la lepra catalanista es morir.

Esos libros míos

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