Sánchez, cuya cobardía no ha pasado desapercibida en UE, hasta el punto de que el título de Felón, con el que, además, contamina a sus cómplices y que se viene ganando a pulso, ya sabe a poco. La denominación que mejor le va es con la que se designa en la calle y de forma muy despectiva a quienes desconocen por completo el valor.
Se burla de quienes no se pliegan a sus caprichos, pero lo hace porque puede disponer de la policía para protegerlo. No piensa que eso se le puede acabar, pero si no lo hace no es porque se sienta seguro, sino porque tiene miedo a pensarlo. Es más cobarde que guapo -motivo este por el que ha llegado al cargo-, y con eso está dicho todo.
Destila un odio africano contra Vox, y más desde que Buxadé le cantó las cuarenta en la UE y Abascal lo retrató en Argentina. El PP no debería colaborar con él en su propósito de estigmatizar a su aliado natural.
Se ensaña con Ayuso, utilizando un arsenal de mentiras, los recursos que le proporciona la presidencia del gobierno y sus medios de intoxicación, a veces ayudados por algunos de la derecha.
Pero la que puede andar por la calle y es aplaudida espontáneamente es Ayuso. Hasta en Cataluña. Esto pone de los nervios al cobarde. Hubo un idiota, un tal Barón, ministro que fue con el malvado Zapatero, y plomizo, que lo catalogó como valiente. Pues que Santa Lucía le conserve la vista. ¿Cómo puede intentar colarlo como valiente?
Puede darse el caso, en realidad debería haberse dado ya, que los diputados socialistas, esos cuyo lema es ¡Todo por la Pasta!, se den cuenta de que con él peligran sus modos de vida y tendrán que trabajar. Entonces, nuestro guaperas particular temerá a ‘los suyos’ y lo que dijo Abascal en Argentina se convertirá en una pesadilla para él. Ni se atreverá a ir a la sede de su partido.
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