Los Testigos de Jehová habían demandado a la Asociación de Víctimas de los Testigos de Jehová por calificarlos como una secta destructiva. Lógicamente, la justicia ha fallado a favor de la libertad de expresión de las víctimas. Estamos en lo de siempre, si se enfadan porque se les diga es porque algo hay.
Por ejemplo, si alguien dijera que Pedro Sánchez es feo, a él no le importaría, porque esa sería una mentira con las patas muy cortas. Ah, pero si le llaman dictador…, entonces se pone hecho una fiera.
Vuelvo a los Testigos de Jehová. Toda religión que no acepte la Teoría de Darwin es una estafa. Si una autodenominada religión no es capaz de aceptar una verdad es que todo su andamiaje doctrinal es falso. Como las historias de los catalanistas, que si les hubiera concedido la potestad de imponer sus dogmas, no levantarían un palmo del suelo.
El de las religiones parece un negocio muy boyante, como lo prueba el hecho de que cada vez hay más. También es cierto que hay suficientes tontos como para que vivan todas.
Basta con que se organicen unos cuantos, se inventen unos dogmas, cuanto más increíbles mejor, añadan un doctrinario en parte estrambótico y en parte razonable, lo cataloguen como religión y ya con ello basta para que adquiera un aura de respetabilidad y tenga acceso a subvenciones y miramientos por parte de las autoridades, totalmente inmerecidos. Es como si Pedro Sánchez se autocalificara como hombre de Estado y ya con eso fuera suficiente. Y no, no es un hombre de Estado, es un ganapán sin escrúpulos, apoyado por un partido que tampoco los tiene. Los pocos militantes que sí los tienen han sido expulsados.
Una persona debe saber distinguir lo bueno de lo malo y esto de lo peor, pero puesto que no todo el mundo está en condiciones de darse cuenta, el Estado debería velar por los indefensos, que pueden serlo por muchos motivos.
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