César Antonio Molina ha dado a conocer sus razones contra la amnistía. Quienes no las hayan leído y tengan cuenta en Twitter las pueden ver en este tuit de María López Brea, @lopezbreamaria, https://x.com/lopezbreamaria/status/1733082319773212809?s=20
Zapatero lo nombró ministro, de Cultura, claro. Un nombre que le daba lustre en un ministerio en el que no podía desbaratar sus malvados planes.
Zapatero es perverso y obtuso, pero no está loco. Se escribe sus propios textos. Se nota que son suyos, porque ningún ‘negro’ escribe tantas bobadas.
¿Qué dirá de la actitud de su exministro? Seguramente, lo mismo que hacía cuando Gustavo Bueno le decía las verdades sobre sus actos. Simulaba no haberse enterado y seguía a la suya. Sabía que si le contestaba saldría perdiendo. Su propósito era el de causar perjuicios.
Lo que dirá o pensará Sánchez es mucho más claro. Que César Antonio Molina es corrupto, de extrema derecha, mendaz y embustero y mentiroso, insultante y antipatriota, entre otras lindezas.
A Sánchez no le gusta nada que le lleven la contraria y además está convencido de que quienes lo hacen son malas personas, que no se enteran de que todo lo hace por el bien de España. Que haya mortales que no entiendan sus buenos propósitos le parece lamentable, están poseídos por el diablo. ¡Menos mal que Otegui sí que lo entiende! ¡Y Ortúzar!
De entre todas las razones que esgrime el exministro hay dos que deberían preocupar al PSOE. En una de ellas alega que Sánchez está necesitado de un psiquiatra, observación compartida por miles de ciudadanos, entre los cuales, estoy convencido de ello, hay muchos psiquiatras. Es evidente que lo necesita.
Y en la otra afirma que Sánchez y sus cómplices tendrán que comparecer ante un tribunal de justicia. Y esa es la cuestión: si está loco, no es responsable de sus actos. Tendrán que responder por él quienes lo sostienen. O sea, el PSOE.
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