Es un error de bulto, peor que grave, pensar que las empresas son de los trabajadores.
Se puede poner como un ejemplo fácil el caso de dos empresas españolas que triunfan, Inditex y Mercadona. Son obra de sus dueños que han sabido manejarse en mercados en los que hay mucha competencia. En manos menos hábiles se diluirían en menos que canta un gallo.
Las empresas son de sus dueños, que tienen una idea y arriesgan su dinero en ellas. O quizá las heredan o las compran y conocen su naturaleza o tratan de averiguarla. Porque es la acción de sus dueños la que las lleva a conseguir sus propósitos o fracasar.
Los empresarios, como todos, pueden ser mejores o peores personas, pero es el gobierno quien pone las leyes por las que deben regirse las relaciones entre empresarios y trabajadores, y los sindicatos deben procurar lo mejor para los trabajadores, que también consiste en que las empresas tengan beneficios, y que no haya abusos por parte de nadie.
No tener claras las ideas básicas es muy grave, y sorprende que un sindicato que es de Vox, en cuyas filas hay personas muy inteligentes, pueda incurrir en este error. Distinto sería en uno de Podemos, en donde no se vislumbra ni un gramo de inteligencia por ningún lado.
Se conoce que es el signo de los tiempos, en los que la mayoría de los diputados juran o prometen cumplir y hacer cumplir la Constitución sin tener ni idea de ella y sin tener ninguna intención de cumplir lo prometido o jurado. Ignoran, entre otras muchas cosas, como diría Pedro Sánchez, que el valor de una persona se mide por el que da a su palabra. Marco Atilio Régulo le daba un valor absoluto.
Pues en esas estamos. Un sindicato que no sepa cual es su papel es un sindicato inútil. Seguramente, en España no hay ninguno que lo sepa y lo sabe no lo demuestra.
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