Son muchos los socialistas que andan dando saltitos y grititos contra Sánchez, que ha demostrado que es el enemigo público número uno de España.
El propio Sánchez, el Felón, demuestra quienes van en serio y quienes hacen teatro. A los primeros, los expulsa del partido.
Es tal la barbaridad que se propone hacer, y tan pocos los escrúpulos que tiene -en realidad, ninguno- que no caben las medias. Hoy en día, permanecer en el PSOE es ser cómplice de Sánchez.
En vista de la actitud de este Page, y de los perjuicios que su gestión está causando a la Autonomía que preside, hay que convenir en que es muy diestro en el arte de engañar a sus votantes. Dentro de esta comedia que representa, para que no se le escape ningún voto, podría estar el gesto de su hermano de romper el carnet del partido, que seguramente esperará recuperar si conviene.
Causa asombro, por otra, parte que un elemento tan inútil, tan banal y tan hueco como esté Felón que nos ha proporcionado el PSOE para que nos amargue la vida -y lo correcto sería que este partido lo pagara caro y desapareciera para siempre, ya que no tiene nada que ver con lo que algunos socialistas ejemplares soñaron, más que creyeron, que era. Lo que es el PSOE se resume en Sánchez-, haya concitado la admiración de ese escritor de apellido compuesto y aficiones náuticas, que me tiene bloqueado en X, antes Twitter, por afearle que se pase por el forro de los cojones los esfuerzos de Fernando Lázaro Carreter. También hace caso omiso a la RAE de la forma parte, cuando siguiendo la lógica dictamina que el adverbio solo no debe llevar tilde. Pues la pone.
Ahora nos sale con que admira al Felón, porque engaña a todos. Pues a mí no me ha engañado nunca y jamás podría admirar a un individuo así. Que además es cobarde.
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