Ortega Lara fue liberado tras un larguísimo cautiverio gracias a la perseverancia policial. Esos policías supieron entender la angustia de quien estaba secuestrado y no cesaron hasta liberarlo. Eran policías comprometidos en la defensa de la sociedad, en este caso de una persona.
No se encogieron de hombros ante el sufrimiento humano, sino que intentaron evitarlo y acabaron por conseguirlo. En esta vida no todos tienen los mismos grandes sentimientos, sino que hay personas que digamos que son de otro estilo, personas capaces de desear la muerte atroz del prójimo. Hubo quien, no diré su nauseabundo nombre, tituló la liberación del secuestrado de este modo: ‘Ortega Lara vuelve a la cárcel’. Hay gente que no tiene escrúpulos ni miramientos, ni hay asomo de bondad.
Hago aquí un inciso para saludar a Pascual Sala Sánchez, Eugeni Gay Montalvo, Elisa Pérez Vera, Adela Asúa Batarrita, Luis Ignacio Ortega Álvarez y Pablo Pérez Tremps.
Vuelvo Ortega Lara, que estuvo viviendo -es un decir- durante 532 días en un lugar infecto e infame, minúsculo, hediondo, en condiciones lamentables, temiendo por su vida cada día, y sabiendo que en cualquier momento iba a ser asesinado. Sus posibilidades de sobrevivir eran nulas y él lo supo, porque los terroristas quisieron que lo supiera, se lo hicieron ver. Estuvo en el corredor de la muerte, pero en unas condiciones mucho peores. No estaba en la cabeza de los terroristas dejarlo salir vivo y de hecho decidieron, ante la proximidad de la policía, que ya había descubierto que estaba en esa zona, dejarlo morir de hambre. Era imposible que la policía encontrara el lugar exacto. Pero lo encontró. A los terroristas les supo mal que lo hubiera encontrado. Y se vengaron redoblando la crueldad.
Bien, no pasa, la alcaldesa socialista de Vitoria… Renuncio a sustituir los puntos suspensivos por la noticia.
Hubo un momento en la historia en que vivió un ser humano llamado Sócrates. Un sabio que para el PSOE no parece haber existido. No lo tiene en cuenta.
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