Hay
literatura suficiente al respecto sobre el hecho de que en los
últimos tiempos de Adolfo Suárea como presidente del gobierno sus
relaciones con el Rey no eran buenas. Unos lo han escrito porque
trataron personalmente a Suárez y otros porque han investigado.
Tras
su salida de la presidencia del gobierno, el Rey le había otorgado
un título nobiliario a Carios Arias Navarro, por lo que Adolfo
Suárez pensó que él también lo merecía y lo pidió. Si hubiera
sabido lo que iba a venir después no lo habría pedido.
El
Rey tuvo que concederle el título y uno de los nobles de toda la
vida escribió una carta tildándolo de advenedizo. Esto entonces era
normal. Para hacer la Transición Adolfo Suárez tuvo que correr
muchos riesgos y el plano personal soportó muchos desprecios de
amistades suyas que pasaron a considerarle un traidor y la falta de
reconocimiento de los políticos que supuestamente colaboraban con
él, pero que no supieron darse cuenta de la magnitud de la obra que
estaba llevando a cabo. Cuando han ido a reconocerlo, Adolfo Suárez
ya no estaba en disposición de enterarse. De modo que irán todos al
entierro, cuando fallezca, pero saben que la última idea del autor
de la Transición sobre ellos es que son unos ingratos.
Adolfo
Suárez contestó al noble en los términos que éste se merecía. Le
dijo que se había ganado el título a pulso, por lo que se lo
merecía, mientras que él, su interlocutor, lo había heredado,
independientemente de los méritos que tuviera.
Y
ocurre ahora que los familiares del Duque de Suárez están pugnando
por heredar el título, cosa que les sitúa en el mismo plano que
aquel 'noble de toda la vida'. Quizá se esté riendo.
Se
puede heredar un título nobiliario, una casa, una cantidad de
dinero, el color de los ojos, el C.I., pero las cosas que realmente
importan en la vida se las ha de ganar cada uno con su propio
esfuerzo.
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