Es
un lugar común que cuando alguien quiere dar validez a sus tesis las
asocie al sentido común, que es el menos común de los sentidos.
Cuando a unas personas les parece que algo es de sentido común a
otras les parece lo contrario. De modo que una cosa de sentido común,
e incluso de inteligencia, es no referirse al sentido común y dejar
que sean los demás quienes lo cataloguen o no como tal.
Marine
Le Pen es una nacionalista, o sea, una cosa como Urcullu o Mas, pero
en francés. Dentro de la lógica de los nacionalistas lo que dice
tiene base. Pero el nacionalismo es una doctrina horrible, basada en
el odio. Baste recordar la actitud de Artur Mas con el patán que le
montó un numerito al Príncipe de España, con la colaboración de
éste. Mas demostró, una vez más, que no tiene principios ni
educación. Por parte de Urcullu, la postura que mantiene ante los
llamados eufemísticamente verificadores, puesto que en realidad son
intermediarios de Eta, lo dice todo.
Marine
Le Pen es una nacionalista enmascarada y eso la sitúa en la
ultraderecha, aunque esta catalogación la moleste.
Los
puntos programáticos que defiende pueden resultar muy atractivos
para las gentes desinformadas, que quizá piensen que están al
alcance de la mano. Son, por lo general, imposibles de cumplir,
además de muy egoístas (cosa que da muchos votos) y vienen a ser
como la zanahoria atada al palo: el burro no la puede alcanzar nunca,
pero como no lo sabe no para de andar.
Los
consejos que da a los españoles son para echar a correr. Si la gente
le hiciera caso, la catástrofe llegaría de forma inevitable y
rápida. Los españoles no deberíamos votar a los patriotas, sino a
los políticos más honrados, mejor preparados, más inteligentes y
menos egoístas.
No hay comentarios:
Publicar un comentario